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Dulce como La Miel, el nombre de las tierras que ahora ocupan, es el sabor que quieren dar a la vida en Ibagué las familias desplazadas de la Hacienda Bellacruz en el Cesar, que el martes anterior por primera vez pisaron tierra tolimense. Aunque más de sesenta familias están por llegar, seis de ellas no se encuentran aquí, “posesionándose de su nuevo hogar”.
Llegaron sin nada. Sólo se bajaron del bus en la entrada a la Miel, con la bendición y la ropa en la maleta. Una vez instalados, hicieron gala de su tenacidad e imaginación campesina, y el primer oficio que realizaron fue laborar con pedazos de machetes y de varillas viejas, las primeras armas de un cultivador: “el machete y el azadón, porque había que rebuscarse la yuca como fuera; de hambre no nos dejamos morir”, dijo uno de ellos a este diario. Los únicos elementos importados del Cesar al Tolima fueron un sombrero “vueltiao” y la “pechichona”, un viejo machete que con orgullo exhibe Daniel Ortega, hijo “legítimo” del municipio de Curumaní, según sus propias palabras.

De los pioneros
Rómulo Peña, Luis Alberto Flórez, Daniel Ortega y Angel Alberto Mora son algunos de los primeros huéspedes que alberga la hacienda La Miel que el Gobierno Nacional compró cerca de la capital tolimense para que fuera el nuevo terruño de estas personas.
Para ellos, hasta ahora La Miel les parece “muy melosa” con mucho futuro y buenas perspectivas. “La tierra” está más o menos; no es tan opulenta como la que trabajamos allá. Pero, dicen que la tierra del Tolima siempre ha sido de las mejores. Vamos a esperar que vengan los técnicos para ver”,dijo el “hijo legítimo” de Curumaní.
Aunque por primera vez vienen a Ibagué, el clima y el trato de la gente, que es menos bulliciosa que en su tierra, les son agradables. Les preocupa, eso sí, que ya han escuchado algunos comentarios acerca de que el agua en esta zona es escasa y la tierra es un poco seca, “pero no sabemos porque no somos de por aquí”, expresó Angel Alberto Mora.
Piensan que el primer paso que deben seguir, una vez todas las familias a las cuales se les entregó esa tierra estén juntas en la Miel, es reunirse y hablar de la distribución, la organización y la decisión sobre la manera de entrar a trabajar la tierra. “Esperamos ponernos de acuerdo muy pronto y empezar a trabajar de una vez con mucha tranquilidad, sin problemas de ninguna especie”, comentó Mora.


La idea que está tomando fuerza entre muchos de ellos, para que la tierra empiece a producir, señalaron, es conformar entre todos una cooperativa o una sociedad de agricultores. “Para eso estamos esperando que lleguen los sesenta compañeros, y ver que carajo vamos a hacer”.
Agregaron que, por lo visto, y por los recorridos hechos en La Miel, creen que de ella pueden sacar azúcar y arroz, que es lo que ven ahora cultivado allí. Pero, esperan ensayar con la siembra de yuca y maíz “que es lo que a nosotros desde pelaos nos enseñaron a trabajar y es lo que nosotros conocemos”.
Sobre su llegada a la Ciudad Musical el martes pasado, ratificaron que muchos habían llegado con la “mera ropita”, cero herramientas y una cajita llena de ilusiones para una mejor vida. “Ya estos machetes que llevamos al cinto los hemos conseguido en Ibagué. Son de por aquí, de esos que la gente no usa y ¡ajá! nos los endilgan. Todos son machetes tolimenses y nosotros los arreglamos. El único que viene de la costa es la pechichona”.

La negociación
Acerca de la negociación que sostuvieron con el Ministerio del Interior y el Incora, expresaron que fueron cuatro largos meses, aguantando hambre, frío y “cachaquizándose”. Así consiguieron que les dieran una nueva tierra en otra parte, donde los paramilitares y la guerrilla no los mantuvieran en la mitad de su conflicto, y donde cada familia recibiera, aproximadamente, siete hectáreas para trabajar. Creen que la negociación funcionó porque Horacio Serpa tuvo que “haberse aburrido” de verlos pidiendo lo mismo todos los días.
Esperan que el Gobierno nacional, luego de este pacto, tome cartas en el asunto respecto a la hacienda Bellacruz, las matanzas y el terror de toda esa zona, porque los grupos paramilitares siguen haciendo de las suyas, “matando vecinos, familiares, y amigos”. Además, para que a nadie le suceda lo que a ellos en Bellacruz. Según dicen, se supo, antes de las matanzas y el asedio, que Carlos Arturo Marulanda estaba formando un grupo paramilitar. Nos contaron “que iban doscientos tipos para allá pero no creíamos eso, porque ya teníamos siete años de trabajar esas tierras”, dijo uno de ellos llorando.

La mano de Dios
“A mí me llegaron el 14 de febrero a las 9 de la mañana. Estaba en el ranchito solo. Yo estaba acostado cuando sentí la ` patá ´ que le pegaron a la puerta. Y nos gritaban, “Salgan guerrilleros hijue... que venimos directamente a matarlos”. Eso recuerda, Luis Alberto Flórez, a quien el 14 de febrero de este año no se le olvidará mientras viva, porque fue el día en que, mientras dormía plácidamente en calzoncillos, lo “visitaron” los paramilitares, lo golpearon con `Martín´, le pidieron la escritura y lo trataron tan mal como nunca en su vida.
“Recuerdo que me dijeron: “!La escritura”!. Les contesté que no la tenía y entonces me preguntaron si quería conocer a `Martín´. Yo les dije que sí, ellos me respondieron, … “pues conózcalo. Y, sacaron un látigo como de tres metros en la mano derecha, al que le habían hecho un gran nudo con balas de fusil en la punta. Con él me golpearon hasta el cansancio, mientras me sujetaban del pelo”.
Más que el dolor, Flórez recuerda las palabras del paramilitar cuando, señalándole la casa de su vecino de donde salía humo,  le dijo “Mire aquello que está ardiendo. Los que estaban ahí ya no están. Tiene cinco días de plazo para recoger la ropa y largarse”. En este momento del relato, no aguantó más; su voz se quebró y los ojos se le inundaron de lágrimas. Esa fue la última vez que estuvo en La mano de Dios; así se llamaba la finca de 22 hectáreas que, por más de siete años, estuvo labrando y de la cual salió apenas se pudo poner en pie con la ayuda de su hijo.
Para él, estar ahora en Ibagué ha sido muy duro porque es comenzar una nueva vida después de viejo. Pero, lo importante es que se puede comenzar en paz. Y lo dijo con la fuerza y  el tono de quien ha vivido y visto el horror de la violencia.

La Cruz Roja
Cuando este diario llegó ayer a la hacienda La Miel, miembros de la Cruz Roja Colombiana analizaban el sitio, para saber en dónde se instalarán las carpas que durante algún tiempo servirán de albergue a las familias desplazadas por la violencia. Así mismo, pensaban en un lugar propicio en donde ubicar los baños para que las personas, niños y adultos que allí vivirán, no sufran por la falta de este servicio.
De otro lado, para ponerse al frente de la ayuda a las familias cesarences desplazadas se hicieron presentes en Ibagué, Carlos Alberto Giraldo, de la Cruz Roja Colombiana, y Alfredo Mallet, del Comité Internacional de la Cruz Roja. Giraldo dijo que la misión fundamental que cumplirá esa institución será la de coordinar toda la asistencia humanitaria alrededor de las familias que se ubicarán en la Hacienda la Miel. De igual forma afirmó que la Cruz Roja prestará la asistencia médica necesaria para estas familias, por espacio de tres meses. Señaló también que el caso de La Miel es el primero de estas características dado en Colombia, pero agregó que, “es positivo”. Es cierto, que es el más numeroso; sin embargo, se les han podido brindar garantías a las casi trescientas personas que vendrán”.

No me dijeron: Alcalde
Sorprendido y disgustado se mostró el alcalde de Ibagué, Alvaro Ramírez Gómez, por el arribo de las familias que habían sido violentadas por los paramilitares en el Cesar. “Sorpresivamente recibimos a unos señores de la Cruz Roja Internacional para algo que no teníamos ni idea; que unas familias nos llegaban aquí, que nos las mandaba el Gobierno Nacional, sin, ni siquiera, consultarnos a nosotros como autoridades municipales”.
Dejó ver su disgusto el Alcalde por lo que calificó como una importante decisión de la cual los ibaguereños tienen arte y parte, porque se trata de hacerse cargo de más gente en la ciudad. “La verdad, no nos ha gustado esto que está sucediendo porque, por lo menos, se debe consultar la opinión de los ciudadanos para ver si es posible hacerlo y no, avisarnos cuando ya nos han mandado la gente”. Dijo que está a la espera de una aclaración por parte del ministro del Interior, Horacio Serpa, y que apenas comenzaban esta tarde, los contactos para hablar de ese tema.

A empezar una nueva vida

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